Isis Cuba
GUARDABOSQUES – Ya es conocido que ha proliferado el Caracol Gigante Africano (Achatina fulica) en el occidente de Cuba, alcanzando principales núcleos urbanos de La Habana como Alamar, Diez de Octubre, Plaza de la Revolución, Boyeros, Arroyo Naranjo, entre otros .
Ante tal fenómeno, la poca percepción del riesgo de la población, y la incompetencia de las autoridades sanitarias para advertir sobre las consecuencias del contacto con esta especie, el colectivo Guardabosques se ha activado en una campaña de divulgación, en pos de prevenir los efectos que para la salud puede ocasionar este molusco invasor.
No obstante, el bozal comunicativo comienza a resquebrajarse y la alarma ha venido calando en la ciudadanía y hasta los llamados “factores” se hacen eco de esta situación, la cual no se expone con toda claridad y sistematicidad por las autoridades.
Por nuestra parte, coordinadores de Guardabosques de la Región Oriental a inicios del mes de julio distribuimos volantes que informan sobre el peligro que entraña el contacto con el caracol, como medida preventiva ante el posible arribo del invertebrado.
Pero fue una sorpresa que, tras los pocos volantes repartidos en Holguín, nos advirtiera Grethel (vacacionista bayamesa de visita en la Ciudad de los Parques)– ¡yo ya he visto ese caracol!
Se entabló la entrevista y la granmense nos confesó que vio a niños jugar con un caracol similar al mostrado en nuestro volante. Sobre todo, le había llamado la atención el tamaño y los colores vivos de la concha. Todo ello sucedió hace dos semanas, en las inmediaciones del Parque del Amor, en Bayamo.
La alarmante noticia hizo que no dudáramos en trasladarnos hasta ese lugar para corroborar en el campo la veracidad de dicha información.
Así, en la mañana del 12 de julio llegamos a la cuna de la nacionalidad para confirmar con tristeza que existe en el lugar una colonia de poco más de dos docenas de individuos adultos de A. fulica (unos 27 caracoles contados).
Comunicamos sobre el peligroa los presentes en el parque, y explicamos cómo proceder para evitar consecuencias negativas.
Aprovechamos el horario de la tarde para indagar cómo llegó el caracol a la región oriental de Cuba, pero no encontramos información al respecto. También inquirimos sobre personas con síntomas o que fueran hospitalizados con meningoencefalitis, pero por suerte no obtuvimos respuestas afirmativas.
Supimos, además, que los tres niños que se encontraron jugando con el moluscono han tenido signo alguno que implique problemas para su salud y se les advirtió a los padres sobre el peligro que entraña el contacto con la especie avistada por los infantes.
Nos retiramos con la certeza de que, al menos las personas con las que conversamos, quedaron esclarecidas de qué pasa si la babosa pasa.
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