Mario G. Castillo Santana
GUARDABOSQUES – Los que vivimos con la suficiente y necesaria inocencia los años 80, podemos recordar la promesa de Los orishas en Cuba (como aquel libro insoslayable de Natalia Bolívar), la revitalización ardua de una potencia nutricia de nuestra cultura, negada por el colonialismo de los burgueses republicanos y de los burócratas comunistas que asolaron todo el siglo XX.
Ellos encajaron en nuestras cabezas el olvido de África, la desafricanización de Cuba, con la anuencia no sólo de teóricos locales del racismo y el mejoramiento racial, sino también de hijos ilustres de África como Juan Gualberto Gómez, Martín Morúa Delgado e incluso con la indiferencia de muchos marxistas y anarquistas, que con su ateísmo racionalista perdieron de vista muchas cosas importantes.
Esa época de sectarismo eurocéntrico y de fanatismo cientificista ya va pasando y ahora estamos viviendo casi veinticinco años de una nueva situación. Un nuevo ambiente de agradecible tolerancia religiosa que se ha vuelto con los años peligrosamente acrítica e hipócrita, tanto en el plano oficial como en el oficioso. Un contexto en que se han abierto las puertas de la escena pública en Cuba a las masas de practicantes y creyentes en el panteón afro-cubano-caribeño.
Sin embargo, pululan animales decapitados, cuerpos en descomposición, vidas sacrificadas, áreas verdes o esquinas de calles cargadas de muerte e irrespeto por los demás.
Se trata del mismo irrespeto utilitario por la vida que ya practicaron los viejos opresores, y está siendo ahora utilizado por los descendientes de esclavos y por los herederos de esclavistas.
Juntos se inclinan absortos frente al poder de Ifá para resguardar, muchos su salud y sus humildes existencias, pero otros más sus pequeñas fortunas, sus carreras al éxito y sus intereses de egocéntricos ciegos.
Hasta ahora, la tan anhelada descolonización cultural, el reencuentro con África y sus orishas no ha avanzado parejo a una voluntad beligerante frente al egoísmo, el egocentrismo, el espíritu de lucro, el mercadeo con las necesidades de los agobiados por la sobrevivencia y todos los demás móviles que han convertido el capitalismo en una droga social adictiva y destructora.
Muchas señales parecen indicar que, como ha insistido un prestigioso y amigo Babalawo, “Ifá en Cuba no ha crecido, ha engordado”.
¿Cómo podría ser el crecimiento de Ifá en Cuba? ¿Hacia dónde debería crecer?
¿Sería muy descabellado pensar que debería alzarse hacia la ayuda mutua popular, una economía de afectos y cuidados, la fraternidad en el bien y el amor, el crecimiento espiritual, hacia la convivencia respetuosa con todas las formas de vida que cohabitan con los humanos, una sociedad con más conciencia, con menos cárceles, con nuevas generaciones habitando una vida más plena que la mera representación de la moda de turno?
Ifá habita en nuestras cabezas y espera que hagamos de ellas más dignos usos.
Mi querido hermano esperaba como la mañana tu lucidez en esta madrugada de miasma glamourosa que padecemos lxs cubanxs y aqui esta el sol de tus palabras en un tema que como pocos me levanta por las mañanas de la cama. Creo que los principios de una religión??? individualista orientada al presente con un gran sentido práctico y utilitarista como la que refieres y orgullosamente practico son «naturalmente» legitimos y no necesitan «defensas morales» porque es declaradamente «a-moral» lo que no implica que sea a-social y se proponga algún tipo de mejoramiento humano aunque este sea mas «egoísta». Pedirle otra cosa es convertirla en una logia una iglesia o una agencia humanitaria. Creo que el problema es la perdida de la espiritualidad que anima estos «cultos» o «reglas» por el mercadeo de sus «secretos» para la triunfadera que convierte una esquina cualquiera en un basurero, una «casa consagrada»en un matadero y un «sacerdote» en un matarife sin generar propuestas para «restaurar» los rios, montes, cuevas y otros lugares sagrados que sean el entorno propicio para estas prácticas mágicas-religiosas heredadas de nuestros ancestros que según algunos testimonios sentían un respeto absoluto por la naturaleza que es el origen de sus «devociones». Claro primero pasando por «restaurar» el alma sobre todo de la «nación» todavia colonizada y herida por los cepos y las jaurias llamense «plantaciones» «corporaciones» o «emprendimientos». Esto creo solo se puede con humildad sobre todo ante los propios «dioses» quienes seguro no destruirían lo que crearon y donde se manifiestan con tanto poder como benefactores muy a pesar de nosotros. Como dijo otro de los lúcidos al final quedará la verdad y ojalá esa verdad se parezca a la vida. Que asi sea. Un abrazo
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