Ernesto Hernández Rodríguez
GUARDABOSQUES – La limpieza de una ciudad no solo depende de que la basura sea recogida y depositada en el vertedero ni de que esté en los latones, contenedores o javas por días o semanas sin ser recogida -ésa es tela para otra tijera-.
Aunque tampoco podremos tener una ciudad medianamente limpia si cada vez que “toca el agua”, de las calles brotan manantiales durante horas.
Los históricos y legendarios salideros -que suman más de 5 en la villa-, más algunos que se han incorporado cual joven y garantizado relevo, son causantes también de la suciedad de nuestra ciudad, pero más preocupante y alarmante que la mugre es el derroche que día a día se hace más patente y abundante en nuestras calles, y ante el cual dirigentes y pobladores se convierten en responsables indolentes, unos por no hacer, los otros por no exigir.
No ganamos nada si se trata de hacer conciencia en los usuarios del preciado líquido sobre la necesidad de ahorrar agua, si luego quienes son responsables de tapar un salidero no lo hacen.
Se dice que en este siglo una de las causas de próximos conflictos a nivel mundial sería la disputa por el agua. Si permitimos el derroche a tal ritmo no estaremos lejos de pelearnos entre nosotros mismos por un poco de agua.
Poner el dedo en el hueco y terminar con el despilfarro sería el mejor ejemplo para luego persuadir a la población sobre la necesidad de ahorrar agua
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