Riesgos de los transgénicos para la salud (I)


Por Isbel Díaz Torres

seralini-ratsQuienes por primera vez se asoman al tema de la pertinencia o no de la producción de cultivos transgénicos, por lo general se hacen una clara pregunta ¿son los OGM dañinos para la salud de los seres humanos?

En un comentario a mi pasado artículo sobre el tema, se hace mención al ensayo del profesor Séralini, y se esgrime como ejemplo de mentira en el campo de los anti-transgénicos, con el propósito de deslegitimar esa lucha.

El Dr Gilles-Eric Séralini es profesor de biología molecular de la Universidad de Caen, en Francia, y  Presidente del Comité de Científicos de Investigación Independiente en estudios de ingeniería genética.

La investigación referida es un ensayo por más de 2 años, con exámenes para conocer la toxicidad del maíz comercial genéticamente modificado NK603 de Monsanto, y del herbicida a base de glifosato, Roundup. Este maíz había sido aprobado en la Unión Europea hacía una década atrás, con un rápido estudio de apenas 3 meses, conducido por la misma empresa Monsanto.

El estudio de Séralini en 2012 encontró daño severo al hígado y riñón y desórdenes hormonales en las ratas alimentadas con el maíz transgénico y bajos niveles de Roundup, los cuales están por debajo de los permitidos en el agua potable de la Unión Europea. Descubrimientos adicionales inesperados fueron las altas tasas de tumores de gran tamaño y mortalidad.

Séralini fue criticado por el tipo de rata usado (Sprague-Dawley), por ser supuestamente propensa a desarrollar tumores, pero lo cierto es que lo son tanto como lo somos los humanos. Además, esta fue la misma cepa de rata que usada por Monsanto en sus estudios.

Los críticos de Séralini asumen erróneamente que era un estudio mal diseñado “sobre el cáncer”; pero no es así. Se trataba de un “estudio de toxicidad crónica”, y como tal fue diseñado y llevado a cabo correctamente.

Por otra parte, Séralini también fue criticado por no rebelar los datos de su investigación; pero lo cierto es que sí estuvo de acuerdo en hacerlo, con la condicionante de que Monsanto hiciera lo mismo, pero la presión no surtió efecto en Monsanto, quien se negó a mostrar los datos.

El estudio de Seralini fue originalmente publicado en Food and Chemical Toxicology, pero fue retractado por el editor en jefe en 2013 luego de una sostenida campaña de críticas y difamación de parte de científicos dedicados al desarrollo de patentes en materia de OGM.

Lo que no dicen los críticos es que el estudio fue republicado después por la revista Environmental Sciences Europe, esta vez con material extra que aborda las críticas de la publicación original. Los datos brutos que destacan los descubrimientos del estudio también son publicados, mientras que los datos de los estudios de Monsanto aún se mantienen en secreto.

La republicación restaura el estudio al nivel de literatura revisada por sus pares para que así pueda ser consultada y desarrollada entre otros científicos.

El estudio de Séralini es el único a largo plazo sobre el maíz NK603 y el plaguicida Roundup. En comparación con las pruebas de la industria, este analizó el mismo número de ratas, pero durante un período más largo, midió más efectos y con más frecuencia, y permitió por primera vez distinguir los efectos del alimento transgénico de los del plaguicida con que se cultiva.

El estudio demostró que la industria y las autoridades reguladoras cometen un error al desestimar los efectos tóxicos observados en los estudios de 3 meses por “no ser biológicamente significativos”. Los signos de toxicidad detectados en los estudios de Monsanto se convirtieron en daños en los órganos, cáncer y muertes prematuras en el estudio de Séralini.

Si se considerara, no obstante, que el estudio de Séralini no demuestra que el alimento transgénico probado es peligroso, entonces se debería reconocer también que los estudios de la industria sobre alimentos transgénicos no demuestran que estos sean seguros.

Pero si vamos a cuestionar seriamente los ensayos, podemos referirnos al realizado por Mosanto con su soya transgénica RoundUp Ready, publicado en 1996 en la revista Journal of Nutrition (Vol.126, Nº3). Ese trabajo fue científicamente descalificado en 2003 por el investigador danés Ian F. Pryme, con un texto publicado en la revista científica inglesa Nutrition and Health (Vol 17).

Monsanto usó ratas viejas en su estudio, no jóvenes, que son las que usualmente se usan para observar si aparecen modificaciones. El ensayo original nunca dio la seguridad total, pues dice textualmente: “Los estudios sobre la alimentación de estos animales nos proporcionan la seguridad parcial de que no hay cambios importantes”.

Lo cierto es que no investigaron el interior de los hígados de las ratas, solo el aspecto externo. Pryme intentó conseguir oficialmente los datos originales del estudio, pero tras muchísimas trabas burocráticas, se obtuvo la negativa por respuesta.

Y se preguntarán ¿cómo es que a estas alturas no se tienen datos concluyentes sobre el impacto sobre la salud? Pues varias son las razones.

  • La mayoría de las veces los estudios aceptados son conducidos por las mismas empresas productoras del transgénico, un evidente conflicto de intereses (que en Cuba se repite).
  • Los otros estudios por entidades independientes son víctimas de campañas mediáticas, legales, y de todo tipo, para descalificarlos. Científicos prominentes han perdido sus empleos y han sido amenzados por publicar datos que perjudican a las trasnacionales.
  • Como ejercvicio de mala ciencia, las empresas productoras de transgénicos ofrecen pocos datos de sus experimentos en los artículos científicos, y ocultan los datos originales de sus pruebas, por lo que no pueden ser comprobados por instancias independientes.
  • La corrupción y los intereses económicos son una barrera determinante. Se ha conocido por documentos desclasificados de la FDA en EEUU, que esta instancia ha ignorado los informes de sus propios científicos advirtiendo acerca de la NO seguridad de los OGM.
  • Conflictos de intereses: directivos de empresas involucradas en el agronegocio pasan a integrar instancias reguladoras estatales; y viceversa.

No obstante, numerosos estudios han demostrado que los alimentos transgénicos sí tienen efectos tóxicos para los animales de granja y de laboratorio, pero lo dejamos para el próximo artículo.

Publicado por guardabosquesdecuba

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