Por Pedro Manuel González
CAIBARIEN – Desde días antes a los feriados moncadistas (25 al 27) y hasta ayer, fines del mes, se desparecieron del firmamento los alegres trabajadores del servicio municipal de comunales a fuer de relajo + borrachera, y con ellos, los carros que operan la recogida periódica de la basura en los repartos atestados de porquería.
Frente al combativo edificio donde vivimos, bloque entusiasta del realismo socialista (alberga hasta una vicepresidenta del gobierno), y que está plagado de informantes con periscopio, evasores fiscales y jugadores de bolita (quienes suelen coincicir en unos mismos seres) este “perro muerto” -nunca mejor dicho- aguarda porque alguien se apiade de sus restos u oficie la misa.
Auras tiñosas, gatos hambrientos, ratas más bravas que aquell@s vecin@s y hasta alguien sorprendido in fraganti abandonó su par de zapatos, componen el mosqueado/mosquiteado muestrario del horror… y de la peste más celebraticia.
No hará falta molestar a la microbióloga de al lado para enterarnos del jugoso pastelón de espiroquetas, lombrices, monilias, candidias y salmonelas que se fragua en silencio. Para atacarnos.
En cuanto corra la radiobémbica voz del peligro al que se exponen los responsables de la desidia igual desde la hermeticidad de sus autos refrigeropetrolados (también los que aquí oh! cunícula atroz, que los 2 rabiamos), se apresurarán a curarnos la rabia.. tan tardo como mordamos a alguien… ¿infectos todos de esta-fifo-locus? ¿o era Zi-ka-ray? Y ya.
Que nos aplaste el camión.
Canal Guardabosques 