GUARDABOSQUES

Abrirán una farmacia veterinaria en cada provincia de Cuba


GUARDABOSQUES – Nuevas farmacias veterinarias serán abiertas en cada una de las cabeceras provinciales del país, informó hoy la Dra. María Gloria Vidal Ribalta, presidenta del Comité Nacional de Bienestar Animal.

Durante un foro-debate en Facebook, la funcionaria anunció las líneas en las que han estado incidiendo, como parte del Grupo Temporal de Trabajo de Implementación de la política de Bienestar Animal.

Otra medida es la promesa de rehabilitar la depauperada y casi inexistente red de clínicas y consultorios veterinarios en todo el país, a las que pretenden garantizar los insumos para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades en animales.

Como parte del proceso de implementación del Decreto Ley de Bienestar y Salud Animal, que entrará en vigor el venidero 10 de julio, el Estado trabaja en el fortalecimiento de la ONG ANIPLANT, única que podrá integrar legalmente a las personas que deseen trabajar en la protección animal.

La especialista también anunció las gestiones realizadas con el Ministerio de Educación para introducir el tema del bienestar animal dentro del proceso educativo general. No se informó de qué recursos disponían para el rescate de las instalaciones veterinarias a nivel nacional, en momentos que el país vive una aguda crisis económica de varios años, marcada por el desabastecimiento de medicamentos básicos en la red de farmacias del sistema de salud pública.

Para salvar al río Guaso


Sueño de un Río

Llamado de conciencia para salvar el Río Guaso, en Guantánamo, Cuba.

Autores: Domingo del Guaso, Yoel González, Albertico La Clave
Dirección: Anderlay Guerra Blanco

Un rayo dañó el árbol más grande de Gales y un artista lo convirtió en obra


Camilo Morales

A más de 50 metros de altura, con motosierras y andamios, el artista Simon O’Rourke, le dio vida a este árbol tallándole una hiperrealista mano de gigante. “Me recordó lo pequeños que somos en comparación con algunos de los organismos vivos de este planeta”, dijo O’Rourke.

El artista galés, Simon O’Rourke, llevó el arte con la naturaleza a otro límite: talló un árbol de casi 50 metros de alto para convertirlo en una mano realista. A su obra la llamó Mano gigante de Vyrnwy, y tiene una mezcla entre el tronco bruto y una delicada mano que se alza hacia el cielo.

La obra comienza con la arrugada textura del tronco que va transformándose en una mano humana, con suaves arrugas y detalladas palmas y dedos. Tal como si un gigante estuviera estirando su brazo desde debajo de la tierra.

Según My Modern Met, el árbol que fue tallado correspondía al más alto de Gales, y por eso el artista se decidió por hacer su obra en ese lugar. De hecho, el árbol iba a ser talado porque sufrió daños por un rayo, luego de una fuerte tormenta. Ahí, el Natural Resource Wales se contactó con O’Rourke para tallarlo y entregarle otra perspectiva a la reserva nacional. 

O’Rourke

Estaba realmente emocionado ante la perspectiva de tallar este gigante y crear un monumento para un hito tan conocido“, dijo el artista al a misma fuente. Además, cuando se dio cuenta que era uno de los árboles más grandes de la reserva se le ocurrió el diseño.”Esto me hizo pensar y me decidí por una mano gigante, que simboliza a los gigantes, ¡y el último intento del árbol de alcanzar el cielo!“, explicó.

Debido a la altura del árbol, O’Rourke explicó que se necesitaron dos días para montar los andamios, y por la envergadura y grosor del tronco hubo seis días de trabajo con motosierras. “Me encantó trabajar en la escultura de la mano, me recordó lo pequeños que somos en comparación con algunos de los organismos vivos de este planeta“, dijo. “¡En general, una experiencia de humildad!“, finalizó O’Rourke.

Publicado en http://www.upsocl.com/cultura-y-entretencion/un-rayo-dano-el-arbol-mas-grande-de-gales-y-un-artista-lo-convirtio-en-obra-tallo-una-mano-realista/

Transgénicos reload 2020


Los transgénicos regresan al debate en Cuba en este 2020. La mentira que ha servido para engatusar a medio mundo por las transnacionales de semillas y agrotóxico, ahora sirve al gobierno cubano para convencer que con eso podrán contrarrestar la dura crisis económica que vive la isla, y que va en camino a agudizarse.

Es por eso que hoy necesitamos releer el exquisito compendio «Transgénicos ¿Qué se gana? ¿Qué se pierde? Textos para un debate en Cuba», que nos ofrecieran hace algunos años Fernando Funes-Monzote y Eduardo Freyre.

Aquí pueden descargar la versión en PDF de manera totalmente gratuita.

Tras la tormenta, los árboles son los primeros


Isbel Díaz Torres

GUARDABOSQUES – Así lo hemos dicho siempre: los árboles son los primeros en caer tras las tormentas, porque son esa barrera que nos protegen de los más fuertes vientos.

Ya comienzan a llegar las imágenes de los destrozos de la Tormenta Tropical Laura, y nos duele ver caer a nuestros hermanos vegetales.

Jorge de Feria comparte fotos de árboles caídos en la Avenida de los Libertadores, de Santiago de Cuba

Muchos cibernautas señalan lo que es evidente: no se realizaron las podas preventivas necesarias para disminuir el área expuesta de los árboles. Con ello venimos bregando por más de 10 años. Van de extremo a extremo: o no hacen las podas, o cuando sí las hacen, son tan extremas que ponen en peligro la misma vida del árbol.

El activista Jancel Moreno también nos comparte desde su muro de Facebook imágenes de los caídos en Almar, La Habana.

¿Debe elevarse el muro del malecón habanero?


Isbel Díaz Torres

La noticia de una nueva transformación en el paisaje capitalino ha despertado la justa preocupación de muchas personas que sienten amor por nuestra Habana, aun estando sucia, descolorida, polvorienta, casi en ruinas.

Se trata nada más y nada menos que del muro del malecón, el hermoso paseo frente al mar convertido por décadas en la más democrática fuente de ocio, diversión y placer en una Cuba donde la monetización de la vida avanza de manera rapaz.

Pero el cambio climático es una realidad demasiado evidente, y está claro que algo hay que hacer. En apenas 30 años el nivel del mar subirá más de 29 centímetros como promedio, lo cual es una cifra muy alarmante, e implica que amplias zonas costeras quedarán sumergidas. En la actualidad, las mediciones realizadas para Cuba rebelan un retroceso de la línea de costa de entre 1,5 a 2 metros cada año.

En mi criterio, lo que molesta a las personas sensibilizadas no es tanto reconocer los retos que tenemos, como asumir dócilmente las medidas de transformación urbanística que se imponen desde supuestos centros de saber y poder en la isla.

Han sido demasiadas décadas de malos diseños y pésimas ejecuciones, no determinadas únicamente por la escasez de recursos materiales, sino por una cultura de la apatía, la desidia, el burocratismo, el desvío de recursos y la corrupción a todos los niveles (empezando por los más altos).

Proyectos que a fuerza de ser “de todos” acaban por no ser de nadie y valen por lo que cada quien pueda quitarle y llevarse para su casa y los suyos.

Quienes hemos visto los salideros en edificios acabados de construir, las grietas en calles recién asfaltadas, los servicios congestionados de Internet después de que ETECSA pone en marcha equipamientos nuevos, los hoteles vacíos después de colocar millones de dólares en su construcción, no podemos confiar en los proyectos de un gobierno probadamente ineficiente e ineficaz.

Por eso, al mirar a nuestro muro del malecón, sentimos esa certeza de que lo van a dejar peor de lo que está. Que será más feo, menos resistente a los embates de los ciclones y, para colmo, nos arrebatarán la única cosa bella y gratis que podemos disfrutar entre todos en nuestra Habana.

Es por ello que, en mi criterio, se hace imprescindible intervenir esta obra arquitectónica, la ciudadanía debería asegurarse de una serie de puntos básicos:

  • Iniciar un proceso de deliberación. La deliberación no es lo mismo que el debate. En este último las partes se aseguran solo de presentar sus visiones y argumentos sobre un tema. En la deliberación, sin embargo, estas argumentaciones informadas están enfocadas en la construcción de algo en común, se involucran a expertos, pero ellos no toman decisiones por su cuenta.
  • Todas las personas interesadas deberán tener acceso a la información que se maneje. Ello incluye no solo las diferentes alternativas de diseño, sino los pros y contras de cada una, la información de los autores y entidades participantes, todo lo referido a las finanzas y presupuesto, y cuanto aspecto esté vinculado al tema.
  • Habaneros y habaneras, a través de estructuras participativas, deberían poder incidir de manera real en la toma de decisiones. Ello implica no solo decidir si se debe o no levantar el muro, sino en qué partes es recomendable hacerlo, y en qué partes no; así como las alturas recomendadas en cada caso.
  • La solución debe ser integral, pues si los sistemas de desagüe de la ciudad están obsoletos y obstruidos, si los edificios cercanos siguen en peligro de derrumbe, si no hay cestos de basura disponibles, si los policías siguen orientando a las personas que lancen las botellas al mar, si la deforestación avanza sin coto, o si la Seguridad del Estado vuelve a criminalizar a los grupos ambientalistas que limpian las costas, entonces podemos evitarnos tanto esfuerzo y dejar que se hunda todo en el Mar Caribe.
  • Permitir una participación activa de la prensa, a fin de socializar el proceso.
  • Incluir a activistas, vecinos y vecinas, organizaciones ambientalistas, asociaciones de arquitectura, estudiantes, en la evaluación antes, durante y después de finalizadas las obras.
  • Conocer de manera pública los informes que las entidades responsables emiten a sus donantes o financistas internacionales, a fin de asegurarnos que no se mienta o se inventen excusas.
  • Asegurarnos que la justicia laboral proteja verdaderamente a quienes laboren en ese empeño, sin espacio para discriminaciones de ningún tipo, ni de corrupción estatal que prive a obreros y obreras de sus salarios y beneficios sociales. (Espero que en esta ocasión el gobierno cubano no traiga a trabajadores de la India)

Esta no es una lista exhaustiva; pero creo que, si los ciudadanos insisten en que estos elementos se cumplan, quizás se pueda intentar salvar nuestro malecón y a la vez protegernos de los duros embates ambientales que nos esperan.

Publicado en ADN Cuba

La contaminación de la Bahía de La Habana afectaría al 37% de los residentes en la capital de Cuba


DDC – Tras la publicación de varias imágenes por parte del ingeniero cubano Marcos Albernal, en las que se puede observar un elevado grado de contaminación en la Bahía de La Habana, incluso después de meses de poca actividad por el Covid-19, DIARIO DE CUBA se puso en contacto con el ambientalista cubano Isbel Díaz Torres para indagar sobre la situación de este importante espacio de la capital.

Según cuenta el director del colectivo ambientalista Guardabosques, las causas fundamentales de la contaminación se deben al «vertimiento contaminante de más de cien industrias directamente a la bahía o a los ríos Luyanó, Martín Pérez y Arroyo Tadeo, que tributan a la misma».

A pesar de que desde hace 20 años las autoridades locales crearon el Grupo de Trabajo Estatal de la Bahía de La Habana, «la inmensa mayoría de las causas identificadas siguen impactando la cuenca», explica Díaz Torres.

Además de los desechos industriales, el especialista señala factores como «el aporte de los residuos de la actividad doméstica en un espacio con pésimos servicios comunales y una altísima urbanización» y también el «modelo de gestión centralizado, burocrático, ineficiente y muy posiblemente corrupto».

Sobre las leyes ambientales del país, Díaz Torres explica que «no solo son insuficientes y poco severas, sino que están desactualizadas y son muy difíciles de implementar».

Añadió que «tanto personas naturales como empresas privadas extranjeras, y hasta las mismas empresas estatales, las violan sistemáticamente, sin que el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente de Cuba (CITMA) y otras instancias reguladoras puedan hacer mucho por detenerlas».

Por otra parte, influye la poca cultura jurídica y medioambiental de muchos cubanos, por lo que el activista confiesa que hasta la actualidad no han «podido encontrar demandas de personas naturales víctimas de la contaminación contra empresas estatales».

Sobre el peligro para los vecinos de que toda la cuenca esté contaminada Díaz Torres comenta que «ello implica que los productos agrícolas que se producen en el área potencialmente aportan contaminantes a quienes los consumen, lo que puede ser causante de un sinnúmero de enfermedades a los seres humanos. Ello incluye a los peces, aves, y mamíferos que viven ahí o se alimentan de esas aguas».

Fotos de Marcos Albernal
Fotos de Marcos Albernal

También el vertimiento de tantos desechos químicos en la bahía «reduce la calidad de vida de sus habitantes, al generar un paisaje deprimente, con malos olores, paisajes deforestados, acumulación de basura y sustancias tóxicas», además de disminuir «la biodiversidad y con ello todos los potenciales servicios ecosistémicos en un área tan extensa, habitada por el 37% de toda la población habanera», explicó el activista.

Otro tema sumamente delicado abordado por el Díaz Torres es el relacionado con el Grupo Estatal de la Bahía de La Habana, que «aunque ha generado estudios de gran valor para la evaluación certera de la problemática, ha malgastado fondos millonarios provenientes de gigantescos proyectos internacionales, incluidos de las ONU a través del PNUD», afirmó.

Según Díaz Torres el Grupo Estatal ha fomentado «la burocratización, el acomodamiento y enriquecimiento de funcionarios públicos«, para lo que bastaría poner como ejemplo «todos los viajes al extranjero de quien fue por años su director, el general Armando Choy».

El activista explicó que, durante la primera década de trabajo, el equipo estatal encargado de proteger la bahía logró avances reales respecto a «la disminución de la carga contaminante, el aumento de los niveles de oxígeno y el aumento de la biodiversidad».

Pero desgraciadamente estos logros se «han venido revirtiendo poco a poco, por la insostenibilidad de un proyecto completamente dependiente de financiamiento internacional y la pésima implicación real de las comunidades circundantes a la bahía«, finalizó.

Publicado en Diario de Cuba

Gobierno cubano blinda legalmente el uso de transgénicos


Isbel Díaz Torres

La Gaceta Oficial de la República de Cuba publicó este 23 de julio una serie de normas legales que ordenan el uso y explotación de transgénicos en la agricultura nacional, así como su consumo para animales y seres humanos en la isla.

El más reciente número de la Gaceta incluye un Decreto-Ley del Consejo de Estado que instituye la Comisión Nacional para el uso de los organismos genéticamente modificados (OGM) en la agricultura cubana, así como una Resolución del Ministerio de la Agricultura (MINAGRI) que regula el procedimiento para la evaluación de la factibilidad del uso de variedades genéticamente modificadas en la agricultura cubana.

Por su parte, el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) aporta sendos Reglamentos; el primero sobre las funciones de autoridad nacional, del punto de contacto para medidas de emergencia y punto focal nacional para el intercambio de información de la Cuba, en relación con el Protocolo de Cartagena; y el Reglamento de seguridad biológica para el uso de agentes biológicos y sus productos, organismos y fragmentos de estos con información genética.

Deberíamos recordar que el debate público en torno al tema de la introducción de transgénicos en Cuba tuvo su inicio hace diez años, cuando el periodista Narciso Aguilera Marín lanzó su protesta Alerta ecologista contra la promoción de maíz transgénico en Cuba.

El año anterior, 2009, los cubanos Fernando Funes Monzote y Eduardo Freyre Roach habían publicado su excelente compilación Transgénicos, Qué se gana? Qué se pierde? Textos para un debate en Cuba, material que ha sido la base científica para buena parte del debate que se suscitó después.

Y la cuestión no era solamente la serie de violaciones de los protocolos de seguridad, la liberación apresurada de semillas de maíz transgénico, las presiones ilegales del CITMA sobre laboratorios e instituciones científicas cubanas. No. Además de todo ello, el problema de fondo era la evidente traición del gobierno cubano a una de las luchas fundamentales de los movimientos sociales en América Latina, y su disposición a exponer la salud de nuestros ecosistemas y nuestra gente, en pos de intereses económicos poco transparentes.

Hace casi 20 años, el 7 de septiembre del 2001, en La Habana, se había firmado la Declaración Final Del Foro Mundial Sobre Soberanía Alimentaria, donde se decía de manera explícita:

«Los recursos genéticos son el resultado de milenios de evolución y pertenecen a toda la humanidad. Por tanto, debe ser prohibida la biopiratería y las patentes sobre seres vivos, incluyendo el desarrollo de variedades estériles mediante procesos de ingeniería genética. Las semillas son patrimonio de la humanidad. La monopolización por unas cuantas empresas transnacionales de las tecnologías de creación de organismos genéticamente modificados (OGMs) representa una grave amenaza a la soberanía alimentaria de los pueblos. Al mismo tiempo, en virtud de que se desconocen los efectos de los OGMs sobre la salud y el medio ambiente, demandamos la prohibición de la experimentación a cielo abierto, producción y comercialización hasta que se pueda conocer con seguridad su naturaleza e impactos, aplicando estrictamente el principio de precaución.»

Si logramos sobrepasar el viejo eslogan de las gigantescas trasnacionales de semillas y agrotóxicos, que coincidentemente con los tecnócratas cubanos quieren hacernos creer que producen transgénicos para acabar con el hambre en el mundo, entonces ya podemos mirar el rostro del Estado cubano en su total hipocresía.

Todo ello de la mano del ejército en la isla, quien ha tomado el control del proceso de manera que se limita por completo el acceso de prensa e investigadores a lo que ha venido sucediendo después.

Y sí que les ha llevado tiempo llegar a donde estamos hoy. Más de una década de trabajo presionando, desmontando el discurso anterior y construyendo una postura pro-transgenicos en los medios nacionales, acallando las voces disidentes que desde las instituciones científicas cubanas e internacionales, y desde la sociedad civil cubana, hemos estado clamando desde el inicio por una moratoria, por transparencia, por coherencia, por respeto a la agroecología cubana.

En el camino ha quedado el apoyo a la causa anti-transgénicos de la Fundación Antonio Núñez Jiménez, o incluso del mismo agroecólogo Fernando Funes, quienes muy probablemente no hayan modificado su visión crítica del asunto, pero quién sabe qué fuerzas les habrá tocado enfrentar para obtener su silencio de hoy.

Por otra parte, se han mantenido incidiendo otras voces: el profesor Carlos Delgado desde las ciencias sociales; Periodismo de Barrio desde la comunicación, y el colectivo Guardabosques desde la denuncia y el ambientalismo independiente, son quizás las más visibles.

Como me toca de cerca, me gustaría recordar una declaración que logramos promover allá por el 2013 bajo el título de Por una agricultura cubana sin transgénicos, en la que un grupo de académicos, activistas, y artistas, de Cuba y el mundo, ofrecimos nuestros argumentos por la no utilización de transgénicos en la agricultura cubana.

Pero es obvio que por ahora vamos perdiendo esta batalla, mientras el cuerpo ineficiente y corrupto del Estado, de mano de las corporaciones de agrotóxicos y semillas, se anotan varios puntos a su favor con la regularización legal de los transgénicos en Cuba.

En la introducción de la norma del Consejo de Estado se declara de manera explícita la voluntad de “que la introducción de organismos genéticamente modificados, contribuya a incrementar la producción de alimentos en Cuba”, meta probadamente inalcanzable para el sistema cubano, lo cual han tenido más de 60 años para demostrarlo.

De tal manera, ya se abren las puertas para la presencia legal de transgénicos en procesos de investigación, ensayo, liberación al medio ambiente con fines productivos, importación, exportación, uso en alimento humano o animal, procesamiento, almacenamiento, transporte y comercialización.

La Comisión creada está integrada por representantes de autoridades del CTIMA, el MINAGRI, y también el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).

Al MINSAP le corresponde “establecer y controlar los requisitos necesarios, para la comercialización con destino al consumo humano de los alimentos y materia prima de uso alimentario, obtenidos por medio de la modificación genética o que contengan productos genéticamente modificados de forma directa o indirecta”.

Ello resulta un reto bien complicado, dada la abundante literatura internacional que vincula el consumo de transgénicos con eventos de enfermedades en amplios grupos poblacionales.

En Cuba, como siempre, el reto es mayor, dada la no promoción de los Derechos de Acceso. Recordemos que la isla sigue ausente del Acuerdo de Escazú, para el acceso a la información, la participación, y la justicia en temas medioambientales.

Publicado en ADN Cuba

Comunidades, organizaciones sociales y ciudadanos unidos por la Amazonía


GUARDABOSQUES – El sociólogo Emiliano Teran Mantovani confirmó este miércoles en redes sociales que la Asamblea Regional por la Amazonía se realizará los días 18 y 19 de julio de 2020.

El objetivo del encuentro es hacer frente a la situación que se vive en la región en tiempos de pandemia, con énfasis en la COVID-19.

“Contra el etnocidio, el ecocidio y el extractivismo que se agravan con la pandemia” es el lema de la reunión, donde confluyen organizaciones de todos los países amazónicos y otras naciones.

Como la Asamblea sigue en construcción se solicita estar atentos a las próximas convocatorias, pues todos pueden unirse a la ruta de movilizaciones y acciones que se plantean desde entonces hacia las próximas semanas (incluso en las ciudades), dijo en su nota el investigador.

Colapsa piscina de residuales de central azucarero y contamina agua potable de pueblo en Matanzas


Foto: Aida Sotolongo González

Desde el mes de abril, el agua que era potable en el municipio de Calimete, de la provincia Matanzas, está completamente contaminada. Al parecer la fuente es una estructura del central azucarero Jesús Rabí, que debía procesar sustancias residuales de la zafra azucarera, y colapsó.

Unos 1900 vecinos están afectados por este desastre, que se conoció cuando a los hogares comenzó a llegar agua fétida, turbia y con partículas verdosas, según Yoelkys Morales Acosta, un vecino.

“Su consistencia era gelatinosa, y su color de un amarillo tan fuerte que manchaba las tazas sanitarias y los lavamanos. Por supuesto no podríamos utilizarla en los animales o el riego”, explicó al periódico oficialista local.

Los residentes en el poblado rural, y las investigaciones preliminares de las instituciones implicadas indican que la fuente de contaminación del agua potable es la fábrica que procesa la caña de azúcar. Sin embargo, Orlando Vandrell Cuello, director adjunto de la Empresa Azucarera Matanzas, lo negó.

“Hasta el momento el origen se encuentra por precisar a partir de que cerca de la fuente de abasto se encuentra un criadero de cerdos que pertenece a una persona natural, y varios procesos que se realizan durante la zafra no se utilizaron en la actual campaña”, aseguró el funcionario estatal.

No obstante, en el agua hay partículas de grasas e hidrocarburos, ácido clorhídrico, potasa, cachaza y otros residuos con un alto contenido de azúcar, sustancias involucradas en el proceso fabril.

Foto: Aida Sotolongo González

“A partir de la revisión a una muestra de los pozos que presentaba problemas, concluimos que la calidad del agua estaba dada por los cambios físico-químicos provocados por la descomposición de materia orgánica producto de varios procesos industriales que se realizan en Jesús Rabí, y que con el transcurrir de los años pudo acumularse”, explicó Amaury Anchía Sánchez, director de la empresa Este Aprovechamiento Hidráulico Matanzas.

El colapso de la “piscina de residuales”, habría infiltrado el manto freático, y puesto en peligro la salud de los pobladores de Calimete. También puede ocasionar grandes daños al medio ambiente.

La estructura para dar tratamiento a los desechos del central Jesús Rabí fue construida hace unos años. Pero “resultó insuficiente al incrementarse la capacidad de molida de la industria, así como las producciones de mieles y alcoholes, lo cual provocó la obstrucción de los conductores”, explicó al semanario Girón un directivo del central, Oscar Luis García Peña.

Aseguró que se aprobó un proyecto para construir otro sistema de piscinas con nueva tecnología y mayor capacidad.

Pero lo que no está cerca de terminar son los problemas de los vecinos, quienes deben sobrevivir con agua suministrada en camiones cisternas (pipas) cada cierto tiempo

“No resuelve la situación de la totalidad de los pobladores del central por la incapacidad de algunos para almacenarla”, afirma Yoelkys Morales Acosta.

Según el medio oficialista, este mes ya se hizo una perforación para encontrar otra fuente de abasto de agua, pero también está contaminada. Los residentes de Calimete no saben cuándo ni cómo, volverán a la normalidad, sobre todo porque se acerca el reinicio de la zafra y con ella el peligro de más contaminación.

Según los especialistas, la descomposición de la materia orgánica subterránea emite gases hacia la superficie que pueden provocar otras situaciones desagradables como las quemaduras graves producto de una reacción del fuego con el metano, el daño permanente al canal de Soplillar ubicado en la Ciénaga de Zapata, o las alteraciones a las zonas costeras.

Publicado en ADN-Cuba

Los Árboles tienen vida


María Isabel

SANTA CLARA – Están cortando estos árboles en los bajos de mi edificio, pequeños árboles que vi crecer. El dolor que siento es grande, pero más la indignación. Me encantaría saber quién fue el de la idea, obvio que viene de arriba y de algún funcionario carente de cerebro y corazón.

Típico de mi ciudad.

He visto el mundo….desde mi balcón, y la foto que puse en mi historia hoy, la hizo mi hijo de 12 años con su celular. I’m proud of him!! Come on, we can save the World!!!

Quiero agradecer a todas las personas que se tomaron la molestia de comentar y compartir el post de ayer. Les agradezco desde mi corazón. No tengo palabras.

Dead Nature. Foto: María Isabel

Ayer tomé esta instantánea cuando todo pasó. (Ahora se usa postear fotos como cuadros de comida y especias, lo que se conoce como naturaleza muerta en el arte) Mi aporte: «Dead Nature» (the real one).

Gracias a TODOS, una vez más

(Todavía hoy domingo no han recogido los árboles caídos)

Denuncia tomada del muro de facebook de la autora

El hombre pájaro


Abraham Jiménez Enoa

EL ESTORNUDO

Los pájaros cantan en pajarístico,
 pero los escuchamos en español.
(El español es una lengua opaca, con un gran número de palabras fantasmas;
el pajarístico es una lengua transparente y sin palabras).

Juan Luis Martínez

Tuvo que romper la masa de cuerpos encadenados que lo rodeaban. Meter un hombro, luego una pierna, contraer el abdomen, bajar la cabeza, simular el movimiento de una cobra para escurrirse entre cinturas y brazos ajenos y así poder avanzar. Lo hizo cientos de veces. Cada persona estaba precedida de otra, casi nadie tenía radio de movilidad alguno. Estaba sumido en un mar de desconocidos. Pidió permiso, nadie le escuchó. Tocó algunas de las espaldas de aquellos cuerpos, solo un par se voltearon con enfado. Vio de cerca rostros desdibujados por el alcohol y la madrugada. Rostros sin detalles, rostros de oscuridad. Estaban todos como poseídos, pegados por el sudor. Miles de personas que, codo a codo, se contoneaban y desgañitaban coreando las letras de Cándido Fabré.

Su pequeño y desgajado cuerpo no le alcanzaba para divisar el escenario. Estaba tan exhausto que a cada rato se detenía, se paraba en puntillas de pies y miraba hacia delante para saber cuánto le faltaba por recorrer. Mientras más avanzaba, más le costaba encontrar rendijas por donde colarse. Escuchó la voz ronca y aguardentosa de Fabré que decía «disciplina, disciplina». La orquesta detuvo la música y como una onda expansiva se abrió un hueco en la multitud. Dos hombres estaban enroscados en una pelea. Aprovechó ese instante para acercarse a la tribuna. Burló la seguridad del concierto mientras todos seguían pendientes del altercado. Subió por una de las escaleras traseras del escenario y se escondió detrás de un bafle enorme.

Estuvo allí varios minutos. Descubrió que la garganta la tenía seca. Después de atravesar la muchedumbre, con las nalgas en el suelo y la espalda apoyada en el bafle, una sensación de inseguridad le recorrió el cuerpo. Las manos le temblaban, sudaba como si estuviese bajo el sol del mediodía y no bajo la luna escurridiza de mitad de la madrugada. Escuchó decir a dos hombres que debían ser utileros de la orquesta: «hace años que Fabré no toca aquí en La Maya, es normal que se forme esta locura con su Dios».

Intentó repasar mentalmente lo que iba a hacer, pero su cabeza iba a toda velocidad. Montones de ideas iban y venían. Estaba aturdido. A lo lejos observó cómo varios policías esposaban a los dos hombres de la pelea y los subían a una misma patrulla. Imaginó que eso le podía pasar también a él. Estuvo a punto de abandonar el escenario y regresar al público. Quizás estaba forzando demasiado las cosas y aquello podría provocar una catástrofe mayor de la que ya era su vida. La orquesta volvió a tocar. Arrancaron los metales, le siguió la percusión y así.

En circunstancias de incertidumbre siempre le viene a la cabeza el brazo ahuesado de su mejor amigo que lleva tatuado la frase: «Sin riesgos no hay triunfos». Se puso de pie, soltó un buche de aire y caminó hacia la orquesta. No le temblaron las piernas cuando observó a miles de rostros preguntarse quién era.

***

La primera vez que lo hizo, se ganó un fuerte castigo de su profesora de segundo grado. Todos sus compañeros de curso se sorprendieron al descubrir que había sido él quien había interrumpido la clase con semejante broma. Tenía siete años, se sentaba al final del aula y era un niño solitario al que había que sacarle las palabras de la boca.

La profesora le dijo que se levantara y caminara hacia la pizarra. Sintió la mayor vergüenza de su vida cuando todos los alumnos lo miraron. «Ahora hazlo de nuevo delante de todos y no escondido», le exigió la profesora. Después de unos segundos de silencio en los que se preguntó por qué carajo había hecho aquello, se llevó dos dedos de su mano derecha a los labios, uno de la mano izquierda a la garganta, para sujetarse la nuez de Adán, y así imitó de nuevo el piar de los pollitos.

Todos rieron a carcajadas como había ocurrido minutos antes, todos, incluida la profesora, se burlaron de la imitación a pesar de que resultó un sonido casi idéntico al de los pollos. Le lanzaron un par de pelotas de papel desde los pupitres. Se sintió como un payaso de circo sin gracia, como un desgraciado. La maestra decidió que ese día no tendría recreo. Estuvo media hora castigado, mientras sus compañeros se divertían en el patio. Pegó su frente a la pared y comenzó a darle pequeños toquecitos como si su cabeza fuera un martillo.

Al día siguiente llegó a la escuela de la mano de su madre, tal como la profesora le había ordenado por su falta. La madre pidió que, por favor, no le dañaran su expediente estudiantil. Se comprometió a que su hijo no lo haría más, dijo que ya había tomado todas las medidas pertinentes para que no volviese a pasar: «le prohibí entrar al patio donde están las jaulas de los pollos y donde él pasa horas y horas imitando sus sonidos». Ya no podría continuar deleitándose con el canto de los gallos, el cacareo de las gallinas o el piar de los pollitos en casa. Por alguna razón desconocida aquellos sonidos le provocaban una atracción adictiva.

No fue una decisión fácil para sus padres quitarle el patio, era su mayor alegría. Del rostro le brotaba la felicidad cuando estaba entre los animales, a diferencia de la escuela o en casa, lugares donde se convertía en un niño introvertido, casi sin habla.

La casa en la que transcurrió su niñez, en las afueras de Palma Soriano, Santiago de Cuba, queda cerca del monte. Hoy, a sus 37 años, sigue siendo su hogar. Es una choza de madera con piso de tierra, rodeada por dos grandes hierbazales que fueron convertidos por sus padres en patios para criar animales.

Creció en esos patios, correteando descalzo, jugando a atrapar gallinas, montando perros y cerdos como si fueran caballos, dándole de comer a conejos y pollos. No tendría más ese espacio de felicidad, pero le quedaba todo un mundo por descubrir en el monte.

***

«Para llegar a la escuela tenía que atravesar una carretera peligrosa. Siempre los camiones y los carros me pitaban y me gritaban barbaridades porque iba por el borde de la carretera mirando hacia los postes de electricidad, que es donde se posan los pájaros. Caminaba oyéndolos cantar, me atraía eso. Un día estuve a punto de que me arrollaran. Parece que caminaba más allá del borde y un carro me frenó delante. Era un carro antiguo, americano de esos. Cuando lo vi venir, me tiré de cabeza a la zanja. El chofer se bajó y no me vio. Debe haber pensado que me había matado porque salió y ya yo no estaba. Caí en la zanja y con la misma di unas vueltas y me levanté y salí corriendo. Después sentí que me gritó: ‘¡Chiquito desgraciado!’ Ese día, después de las clases empecé a irme solo al monte en vez de volver a casa. Descubrí que en medio de todo aquello había un polígono militar abandonado. Allí me sentaba y me pasaba horas y horas escuchando cómo cantaban las aves y mirando el paisaje. Me gustaba estar tranquilo, solo, sin que nadie me molestara.Riober Molina/Foto: El Estornudo

Riober Molina/Foto: El Estornudo

«El polígono estaba rodeado de árboles y llegaban palomas, carpinteros, sinsontes. Así fue como aprendí a cantar como ellos: escuchándolos en el monte. Después iba y ensayaba los cantos, sentado en la carretera o en el campo de pelota del barrio. Una vez, imitando al cernícalo, vino uno y me atacó. Subía y bajaba desde la cresta de un árbol y me atacaba como un halcón, debe haber pensado que le había robado alguno de sus pichones porque tenía un nido cerca. De todos los pájaros, mi preferido es el sinsonte. Es muy inteligente, es el único que en Cuba imita el sonido de las demás aves, por eso tiene alrededor de 30 cantos. Yo logro hacer 20. En el monte les cantaba a los sinsontes y ellos se callaban, parece que se extrañaban de mi sonido. Seguro se preguntaban: ‘¿será un pájaro igual que yo?’ Algunos sí me respondían y bajaban de los árboles y se me acercaban y cuando me veían, se iban. El canto del sinsonte es el que mejor me queda. El que más difícil se me hizo fue el del pitirre, aunque todo lo que hago es una imitación, los pájaros hacen cosas que yo no puedo hacer. Es como que yo me ponga a cantar como Cándido Fabré. Fabré es Fabré, como él no hay».

***

Los muchachos de más edad en el barrio, mientras jugaban todas las tardes al béisbol en el terreno, nunca se percataban de su presencia en las gradas. No existía para ellos, aunque ahí estaba cada vez que había partido. Era como si en el graderío no se sentara nadie a verlos jugar. Lo hacía con la intención de que alguno de ellos se brindara a preguntarle si deseaba sumarse. La timidez lo ataba. Hasta que una tarde ensayó los cantos del monte. Ese día todo cambió. Los chicos abandonaron el terreno, subieron los escalones del graderío y se le acercaron. Después de algunas burlas, lo arroparon y le propusieron incorporarse al grupo. Se percataron de que con él podían ser más certeros cazando aves. Fue su oportunidad de hacer amigos.

Todos los fines de semana el grupo de muchachos iba al monte. Cada uno cargaba con un tirapiedras en el bolsillo, una especie de pequeño arco de madera que con una tira de goma, que empata sus extremidades, lanza objetos como proyectiles. Regresaban casi siempre sin la cantidad de presas que deseaban. Luego enjaulaban en sus casas las aves que lograban capturar vivas sin propiciarles demasiados daños, y las que atrapaban ya muertas, o las que quedaban muy heridas, las vendían a los santeros del pueblo para que las utilizaran en sus ceremonias religiosas.

Sucedió un trueque de intereses: ellos tendrían mejores opciones para ir al monte a cazar pájaros y él, por fin, tendría un grupo de amigos. Solo puso una condición. Irían al monte sin tirapiedras. Confíen, les dijo.

La noche antes de salir de caza por primera vez no durmió. En la tarde salió para recoger varias hojas de matas de coco y hierbas finas de higuereta. Pasó toda la madrugada haciendo jaulas y trampas. Al día siguiente, sus nuevos amigos se sorprendieron al verlo llegar con todos aquellos armatrostes. Desde ese día se hizo cargo de cada una de las expediciones del grupo. Pasó de ser el niño invisible a ser el niño líder.

Cada fin de semana dedicaba largas horas a rastrear pájaros. Él iba al frente del grupo. A pesar de ser el más pequeño, todos acataban sus indicaciones. Estableció dos estrategias principales. La primera: divisar donde hubieran aves, ubicar en las ramas más altas de los árboles algunas jaulas con comida, esconderse a varios metros de distancia y darle paso a él para que imitara el canto del pájaro que anduviera por esa zona. La segunda: introducirse en algún hierbazal que los tapase, esperar que apareciera alguna bandada y ponerles igualmente trampas y jaulas con alimentos para luego asustarlos e intentar que, con el rompimiento del grupo, alguna ave quedase atrapada.

Solo la primera estrategia fue efectiva. Cuando cantaba, los pájaros se acercaban a las trampas y veían pedacitos de pan o harina o surbano –una mata del oriente de Cuba. Entraban para comer y la jaula se cerraba. Fueron muchos los pájaros que atraparon de esta manera durante varios meses. El grupo de muchachos no lo podía creer. Él, por su parte, se percató de que había perfeccionado sus imitaciones. «Era un don», se dijo así mismo. Y tenía que explotarlo.

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«Ya estaba en la secundaria básica cuando llevé a casa varios pájaros. Los tenía en jaulas. Les cogí mucho cariño porque pasaba mucho tiempo con ellos. Los oía cantar y luego repetía sus cantos. Yo los seguía a ellos y ellos a mí. Fue cuando realmente aprendí a imitarlos. Todas las mañanas, todas las tardes, todas las noches, ponía un taburete delante de sus jaulas y después de darles comida, nos poníamos a cantar. Varios se me empezaron a morir, me di cuenta de que era por rabia, porque estaban presos y habían perdido su libertad. Los que lograban seguir viviendo eran los que cogía directo de los nidos. Eso me conmovió, recuerdo un día en que uno se murió delante de mí. Llevaba días tristes, sin cantar, sin comer, y vi cómo cerró los ojos y las alas se le abrieron, quedó con el pico abierto. Esa imagen no se me borra. Me dolió en el pecho, eso me hizo cambiar. Ellos, como nosotros, tienen derecho a vivir, a ser libres. No fui más a cazar».

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La comercialización de vida silvestre es el cuarto negocio ilícito del mundo, según World Wildlife Fund. Este tipo de comercio ilegal solo es superado por el narcotráfico, el tráfico de personas y la falsificación de productos.

En Cuba, el tráfico de aves es común, pues somos uno de los países con un crecimiento anual de su superficie boscosa, de acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). La zona verde de la isla representa el 30 % de la tierra del país. En ese espacio conviven 394 especies de aves, según declaró el Centro de Estudios y Servicios Ambientales (CESAM) a la web Cubahora. Entre esas aves, alrededor de 30 son autóctonas (no puede darse una cifra definitiva, pues no hay consenso, varias publicaciones manejan números diferentes).

Un ejemplo reciente de tráfico ocurrió en febrero pasado, cuando un hombre, proveniente de Varadero, fue descubierto por los oficiales de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) del aeropuerto de Miami con dos tomeguines encerrados en un pomo de Vitamina C. El frasco de plástico tenía varios agujeros para que las aves respiraran. No obstante, una murió. El hombre fue encarcelado y puesto a disposición de las autoridades norteamericanas.

Juventud Rebelde acostumbra a darle seguimiento al tráfico de aves en la isla. En 2010, el periódico reportó la detención de dos ciudadanos por llevar 62 aves muertas en el equipaje de viaje de un tren. Los pájaros estaban colocados en recipientes que contenían formol para evitar su descomposición. Los hombres declararon que tenían la intención de venderlos a santeros para fines religiosos. También en 2011, el periódico informó que en San José de las Lajas, provincia Mayabeque, un hombre cargaba en una mochila 65 pájaros y murciélagos muertos. En ambos casos, los implicados fueron procesados por violar el decreto ley 268, en su artículo 7, inciso c, por lo cual les impusieron 750 pesos cubanos de una multa, unos 30 dólares.

El propio medio oficialista afirma que «la fauna es el recurso natural más desprotegido desde el punto de vista legislativo en Cuba». Es por ello que los traficantes lucran sin miedo a ser penados severamente. La ley prácticamente los exime.

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«El último que tuve encerrado fue un sinsonte. Le puse Fabré. Estaba enamorado de ese pajarito, lo trataba como si fuese un niño chiquito. Lo cogí desde muy pequeño, a esa edad hay que embutirlos hasta que aprenden a comer solos. Con un palito le daba harina mojada, pero le ponía miel y azúcar para que aquello le supiese a dulcecito. Tenía que abrirle el pico yo mismo. A veces también le ponía un pedazo de hollejo de naranja y él se tomaba el juguito poco a poco. Estaba en mi cuarto y por las noches lo tapaba con un trapo para que no pasase frío ni lo picaran los mosquitos. Todos los días tenía que apagar la luz del cuarto bien temprano porque él estaba cantando hasta que veía alguna claridad. Fabré aprendió a cantar por mí. De pichoncito le cantaba yo mismo sus trinos para que él fuera aprendiéndolos. Me grabé en un casete y se lo ponía dos o tres veces al día. Cuando aprendió, hasta por la madrugada cantaba. Es que los pájaros también sueñan. Por el día lo colgaba en su jaula en el balcón y se ponía alegre, no se estaba quieto. Si salía a la calle, me lo llevaba conmigo para dejarlo un rato en los árboles del parque. Era como un hijo. Pero fui creciendo y cada vez tenía menos tiempo para atenderlo. Con el dolor de mi alma tuve que regalárselo a mi mejor amigo. Semanas después soñé con él. Soñé que estábamos en el monte, donde yo lo encontré, y ahí cantábamos los dos sentados en la rama de un árbol. El día del sueño fui a casa de mi amigo a darle una vuelta al pajarito. El pobre, no parecía él, estaba triste, casi no cantaba, se veía desganado. Le pregunté a mi amigo que comida le estaba dando y me dijo que harina. Fabré no estaba acostumbrado a comer harina sola. Murió una semana después».

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En realidad, su verdadera pasión es la música. Puede que de ahí le venga esa extraña atracción por el canto de las aves. En algún momento tocó algunos instrumentos musicales, aunque nunca cursó estudios para ello. Aprendió en su juventud, cuando en el barrio inventaron una orquesta con instrumentos musicales artesanales. Se llamaron Los chicos de los 2000.

Entrábamos en el nuevo siglo y Cuba padecía la resaca de una depresión económica mayúscula, luego de la drástica desaparición a comienzos de los noventa del bloque socialista del Este. En Palma Soriano, como en todo el país, las casas pasaban más tiempo sin electricidad que con ella, hubo grandes recortes laborales y la mayoría de las familias dormían sin saber qué comerían al día siguiente. Había poco en lo que entretenerse.

Los muchachos del barrio, entonces, se propusieron romper el aburrimiento para no pensar en el hambre. Convirtieron varios cubos plásticos en pailas. Con un pedazo de cuero y un cajón de madera inventaron una tumbadora. Pidieron prestada una guitarra en la Casa de la Cultura del municipio y así nació la orquesta. En una carretilla de metal cargaban aquellos trastes y se movían por los barrios cercanos para presentarse en los poblados. La gente les agradeció que les llevaran algo de alegría.

Inventar instrumentos musicales de manera artesanal lo llevó a desarrollar también un oficio que lo ha acompañado el resto de su vida: constructor de bafles rústicos. Desde que era un estudiante de Cultura Física en un Politécnico de Palma Soriano, hasta hoy, construye pequeñas cajas de cartón a las que les introduce bocinas viejas desechadas en talleres de electrodomésticos o en basureros. A esos artefactos les incorpora un circuito eléctrico. En ocasiones, logra vender esa suerte de bocinas.

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Se gradúa de Cultura Física en el Politécnico y lo nombran profesor de una escuela primaria en La Maya, un poblado enclavado a 40 kilómetros de su casa. Durante 15 años estuvo impartiendo clases bajo el potente sol del Oriente cubano en un área deportiva con piso de cemento. Su carrera en el magisterio inició con un sueldo mensual de 150 pesos cubanos y terminó en 2018 con un salario de 500.

En esos años su percha nunca pasó de dos pulóveres, un pantalón y un par de zapatos. Ni siquiera pudo comprarse unas chancletas con lo que ganaba por impartir a los niños ocho horas diarias de Educación Física. Los últimos meses como maestro le sirvieron para probar que su cambio de rumbo, más adelante, sería adecuado.

El 22 de diciembre de 2017, Día del Maestro en Cuba, salió contento de la escuela. Bebió más tragos de ron de los que acostumbra. Los alumnos se habían ido a sus casas a media tarde y los profesores de la escuela celebraron la fecha con una fiesta donde hubo música, comida y alcohol.

Camino a la parada de ómnibus que lo devolvería de La Maya a Palma Soriano, comenzó a percatarse de que las caras de las personas que se cruzaba en la calle le provocaban mucha gracia. Le parecían máscaras y no rostros, una realidad distópica ante sus ojos. No sabía por qué, ni encontró explicación lógica. Los tragos de ron de más que llevo encima, se dijo. Aquel sin sentido le provocó un cosquilleo incontrolable en su cuerpo, un ataque de risa que no pudo contener. La gente, al verlo reír a carcajadas, lo encaró como si fuese un demente.

Siguió de largo unos metros más. No quería acercarse a las personas en ese estado tan susceptible. Se sentó en una piedra. Con un pedazo de rama de árbol comenzó a hacer dibujar figuras en la tierra. Sintió a su espalda el trino de un gorrión. Se volteó para ubicarlo. Lo encontró posado en un cable de electricidad. Decidió imitarlo. Los que aguardaban en la parada lo vieron cantar por casi media hora hasta que su ómnibus llegó. Al subirse, dos señoras le dijeron: «oye, muchacho, cantas mejor que los propios pájaros». Pasó los 40 kilómetros de regreso a casa pensando en aquella frase, con la cabeza apoyada en una ventanilla.

Bajó del ómnibus en el parque de su pueblo y caminó contrario a su casa. Luego tocó en la puerta de su mejor amigo y le pidió que le imprimiera en su computadora las imágenes de todas las aves que él dominaba su canto. El amigo encuadernó en plástico los 17 pájaros cubanos que pudo encontrar en la enciclopedia Encarta. A partir de la tarde siguiente, y durante cinco meses, empezó a salir a la calle en cada tiempo libre a imitar el canto de las aves como un juglar. No solo encontró placer en ello, sino que comenzó a ganar dinero.Riober Molina/Foto: El Estornudo

Riober Molina/Foto: El Estornudo

Llegaba de la escuela, soltaba el maletín con los planes de clases, tomaba agua, se encasquetaba sus carteles encima y salía a la calle de lunes a viernes. Luego volvía alrededor de la medianoche con 100 o 200 pesos cubanos. Casi lo mismo, o más, de lo que en principio ganaba como profesor de Educación Física en todo un mes. La semana se le iba esperando el sábado y el domingo, sus días preferidos. Ahí, desde la mañana hasta la madrugada, buscaba cumpleaños, fiestas, actividades culturales o sencillamente un parque en el que ponerse a cantar.

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«Al principio me dio pena, pero me adapté a que la gente me mirara. Es como cantar en un concierto, lo que en la calle, sin asientos. Poco a poco fui perdiendo el miedo escénico y me di cuenta de que esto me gustaba, Además, en un día ganaba el doble, el triple y hasta más de lo que ganaba en un mes como profesor. Siempre me va mejor donde está la gente reunida, por eso busco los parques o las fiestas o los carnavales. Los carnavales son lo mejor. Estoy en todo el país. Me paso el año viajando porque ahí es donde está el dinero, donde la gente gasta por cualquier cosa. Están alegres, borrachos, de fiesta. Cada mes llamo al 113 para preguntar en qué parte del país hay carnavales. Si me dicen Holguín, Pinar, Tunas, Matanzas, donde sea, ahí voy. Me hago una mochilita con un calzoncillo, dos pulóveres, un desodorante, pasta de dientes, cepillo y salgo. Me paso semanas y semanas sin virar a la casa, por ahí, de carnaval en carnaval, durmiendo donde me coja la noche, lo mismo en un portal que en un alquiler. Casi siempre duermo al aire libre o no duermo, porque trabajo la madrugada entera. Camino con los carteles de pájaros y voy cantando, la gente se acerca y me deja lo que quiere. Hay algunos que sí me piden un pájaro específico, esos son los que más pagan. No les cobro ni a los niños ni a los ancianos. Si hubiese empezado a trabajar en esto desde que daba clases, ya me hubiese comprado una casa para mí. El día que menos hago son 200 pesos. En Matanzas fue donde más hice, 1000 pesos. Pero es muy duro esto, no es jamón, porque paso mucho tiempo fuera de mi casa y extraño a mi familia, a mi tierra. Además, tengo que sentirme bien para trabajar: silbar tanto me da mareo. Esto tiene que ser con calma, poner bien los labios, la lengua, los dientes, todo en su lugar, para que cuando la fuerza me venga del diafragma y el estómago, todo suene lindo. Mi cuerpo es como si fuera un instrumento de música. Es rico ganar dinero por lo que te gusta y no trabajar en algo que te haga sufrir. Quiero ser famoso, quiero salir en la televisión para que cuando camine por la calle la gente me reconozca y me pare y yo les firme autógrafos. Quiero ganar un récord Guinness como el hombre que hace como los pájaros. Quiero viajar, salir de Cuba. Me gustaría ser alguien en la vida, alguien grande, pero sé que a veces es imposible, porque uno llega hasta donde Dios te deja. Como los pájaros, que desde el cascarón uno sabe si van a ser buenos cantadores».Riober Molina/Foto: El Estornudo

Riober Molina/Foto: El Estornudo

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Las luces del escenario se le incrustaron en el rostro cuando pasó cerca de uno de los trompetistas. Hizo un gesto brusco con su cuerpo, para quitarse el golpe de luz. Sus pies resbalaron en la madera y cayó de rodillas. En ese instante volvieron las dudas, pero ya era muy tarde para retractarse. Estaba delante de miles de personas. Se levantó y dejó atrás al baterista, al hombre del guayo, a los tres coristas de la orquesta, hasta que chocó con la espalda de Cándido Fabré. Ya los hombres de seguridad lo encaraban, cuando le imploró al cantante. Solo quería presentarse ante al público. Con una sonrisa lastimera Fabré le entregó el micrófono. Sin levantar la vista, con voz nerviosa, dijo: «quiero que me conozcan. Mi nombre es Riober Molina, pero me llaman ‘El sinsonte’, soy el hombre que canta como las aves».

Publicado en: https://www.revistaelestornudo.com/hombre-pajaro-canto-aves-cuba-personajes/

Para ver y escuchar el maravilloso canto, debe visitar el artículo original en El Estornudo. Si está en Cuba, siga este link

¿Qué trae la legislación sobre bienestar animal?


¿Qué podría traer la nueva legislación sobre bienestar animal?

El joven animalista Javier Larrea comparte sus consideraciones sobre el tema.

50 años del día de la Tierra


Hilda Landrove

Fue el 22 de abril de 1970 cuando se celebró, por vez primera, el Día de la Tierra. Se estableció entonces que cada 22 de abril sería dedicado a pensar y actuar en nombre de la Tierra. Lo que la Tierra significa hoy, aquello a lo que remite, lo que impulsa, se ha multiplicado desde entonces. En sus distintos nombres, Gaia, Pacha Mama, o simplemente Tierra, hace confluir sobre sí misma imaginarios que resuenan en su voluntad de concebir una trascendencia al devenir humano en la que la interconexión con otros seres, humanos y no, sustituye la fijación autorreferencial de una especie que se autoasignó el rol cumbre de la cadena alimenticia y con él, la capacidad y el derecho de utilizar a su antojo, sin demasiados escrúpulos, los recursos y las vidas de los seres subordinados a su emprendimiento.

No se trata de toda la especie humana; es algo que cada vez es más claro cuando se discute sobre antropoceno, el término que designa el impacto de la huella humana en una escala que permite ubicarla como una era geológica. Aunque su temporalidad sea muchísimo menor que cualquiera de las otras eras geológicas— la anterior a esta es el Holoceno, establecida por el registro estratigráfico en hace aproximadamente 11 700 años—, la magnitud del impacto ha sido tal que amenaza con destruir las posibilidades de supervivencia colectiva. Se discute todavía dónde marcar el comienzo del Antropoceno. ¿En el surgimiento de la agricultura? ¿En la era industrial? Como sea, el impacto se hace más obvio mientras más cercano es el tiempo que miramos.

Lo era ya hace cincuenta años, aunque el término antropoceno no existía todavía —fue acuñado por Paul Crutzen el año 2000. La narrativa del crecimiento ilimitado, chocaba ya frontalmente contra la evidencia del agotamiento de los recursos, y es en ese contexto que Gaylord Nelson, un senador demócrata del Estado de Wisconsin, y Denis Hayes, recién graduado de la Universidad de Stanford, comenzaron a organizar para el 22 de abril una demostración pública que terminó aglutinando aproximadamente a 20 millones de personas en los Estados Unidos.

Foto de la Tierra tomada desde la luna por William Anders, Apollo 8 (24 de diciembre 1968)

Hay mucho que condujo a establecer el día de la Tierra, y hay mucho que sigue haciéndolo, aunque en esta ocasión el recordatorio haya tenido que renunciar a las calles y se haya mudado a los espacios virtuales. Una de las imágenes icónicas que contribuyeron a definir el momento, había surgido en 1968 de la cámara del astronauta William Anders del Apollo 8 desde la Luna. Era la primera imagen en que la Tierra era vista desde afuera. Un verdadero suceso, una sacudida de las perspectivas. No era solo la Tierra lo que era visto desde afuera, sino sus habitantes; muchos de los que vieron la foto en esos días, se veían de alguna manera a sí mismos. La vista tuvo un efecto similar al de reconocerse por primera vez en el espejo y, como sucede a los niños cuando se enfrentan a la totalidad de sí mismos vistos desde un punto de vista externo, la visión de la Tierra apareciendo en el horizonte lunar, definiría nuevos contornos para la experiencia de pertenecer a al mundo. El poeta Archibald Macleish diría: “Ver la Tierra como es realmente, pequeña y azul y hermosa en el silencio eterno en el que flota, es vernos a nosotros mismos como conductores en la Tierra, juntos, hermanos en esa brillante belleza, hermanos que saben ahora que son verdaderamente hermanos.

Entre los antecedentes fundamentales del movimiento ecologista, se encuentra también Primavera silenciosa, de Rachel Carson, cuya primera parte se publicó en The New Yorker el 16 de junio de 1962 y ese mismo año como libro. El libro advertía sobre el daño de los pesticidas en los animales y sus ecosistemas.

En una de sus páginas advierte: En este momento del tiempo representado por el siglo XX que una especie —el ser humano— ha adquirido poder suficiente para alterar la naturaleza de este mundo, y solo en los últimos veinticinco años este poder ha alcanzado tal magnitud que ha puesto en peligro a toda la tierra y a su vida”. 58 años después, las condiciones que advertía Carson se han agravado hasta alcanzar un punto de no retorno. Pero también se han multiplicado los que han comprometido su vida en la lucha por hacer posible que aquella visión revelada por los astronautas del Apollo 8 continúe siendo habitable. Movimientos como Viernes por el futuro o Extinction Rebelion son, directa o indirectamente, hijos de aquel primer Día de la Tierra hace cincuenta años. Porque hoy más que nunca, el día de la Tierra no es solo pretexto para evocar nuestra pertenencia común sino para continuar haciéndola posible.

Publicado en El Caminero

GALERÍA Moa


En medio de la pandemia, otro desastre sanitario azota a la población de Moa


DDC – Una enorme nube de polvo cargada de desechos de metales pesados cayó este fin de semana sobre la ciudad de Moa, próxima a la industria del níquel más grande de Cuba, cuya intensidad provocó la intervención de las autoridades.

El polvo fue arrastrado por el viento desde las presas de colas de la fábrica Ernesto Che Guevara, que debido a la larga sequía están sin agua, exhibiendo su peligroso depósito de contaminantes desechados de los procesos de la industria, indicó el reportero Camilo Velazco Petittón, director de la emisora local La Voz del Níquel, en su muro de Facebook

«Para que se tenga un idea, desde el 30 de marzo a la fecha en Moa solo precipitó un milímetro de agua, provocando la evaporación del espejo de agua de la presa, a lo que se suman los fuertes vientos imperantes en estos momentos de sureste, enviando el polvo a la ciudad», apuntó el reporte.

«Equipos y personal de la fábrica Che Guevara y otras entidades del Grupo Cubaniquel se movilizaron al lugar con camiones volteos y otros equipos mineros, con la tarea de tratar de cubrir la cola negra con mineral de rechazo para minimizar la crítica situación que se ha creado. Turnos de trabajo de 18 horas iniciaron las labores y aunque no es un asunto que se resuelva a corto plazo, salvo que la naturaleza nos envíe lluvia, estos hombres harán su mayor esfuerzo para dar solución a la actual situación», finalizó Velazco Petittón.

Aunque el reporte hizo énfasis en la intervención de las autoridades para mitigar el impacto de la nube de polvo, en el foro de su publicación numerosos habitantes de Moa dejaron duros comentarios.

«Este es el resultado de la no ejecución de los planes medioambientales previstos en los proyectos para el cierre de la presa de colas vieja (…) que fueron sustituidos por problemas de importación. Esto ya ha pasado varias veces y va seguir pasando hasta que no se ejecuten acciones de vegetación y otras diseñadas años atrás», señaló Lázaro Adalberto Lago Pérez.

Yarisel Leyva cuestionó que la situación se debiera a la sequía: «Creo que sabemos todos que esta situación se dio anteriormente el año pasado. Si pasó, ¿por qué seguimos pasando por lo mismo? (…) Sabemos muy bien la contaminación de tierra, agua y aire que hay en nuestro municipio, esto nunca cambiará, siempre es lo mismo, por eso la población de Moa, los que han podido han emigrado y se ha notado más en los últimos tiempos (…) el piso de mi casa es blanco y parece que he rayado un tizón con un guayo y lo he derramado en él, me imagino los pulmones de nosotros los moenses.»

Por su lado, Olga Nidia Neyra Muñoz puntualizó: «Acá en el reparto Rolo es donde más cogemos ese polvo cargado de mil contaminación. Que no digan que por falta de lluvia. Existen alternativas que pueden mejorar. Estamos a punto de morir no por coronavirus, sino por insuficiencia pulmonar por esta situación.»

La crisis se produce mientras la provincia de Holguín sufre el azote de la epidemia del Covid-19. El pasado sábado, el territorio tenía ocho municipios con casos de contagio confirmados oficialmente y 41 casos de la enfermedad. Moa contaba con un caso positivo.

Las empresas Moa Níquel S.A. Pedro Soto Alba y la Comandante Ernesto Che Guevara, conforman un conglomerado minero-metalúrgico que ubicó a Cuba entre los primeros productores mundiales de níquel.

De acuerdo con el Centro Nacional de Recursos Minerales de Cuba, la Isla tenía alrededor de un tercio de las reservas de níquel conocidas del mundo. El Gobierno cubano suele exportar estos minerales a China, Europa y Canadá, aunque la ausencia de grandes inversiones para modernizarla y mantenerla en explotación durante la última década, ha hecho languidecer la industria.

El níquel es esencial en la producción de acero inoxidable y otras aleaciones resistentes a la corrosión. El cobalto es crucial en la producción de superaleaciones usadas para productos tales como motores de aviones, pero su producción arroja gran cantidad de material altamente dañino al medio ambiente, que provoca desde malformaciones en los niños nonatos hasta asma bronquial, entre otras graves afecciones respiratorias.

No obstante, las estimaciones de ingresos por la exportación del níquel cubano se han movido en los últimos años en el entorno de los 600 millones de dólares anuales, según datos oficiales.

Foto: Trabajos para la contención de la nube de polvo. Camilo Velazco Petittón/Facebook

Publicado en: https://diariodecuba.com/cuba/1586798402_16252.html

Ignorancia: el peor enemigo de los murciélagos


AUGE Productora Audiovisual

Los murciélagos están siendo acusados de trasmitir el nuevo coronavirus, varias de sus poblaciones se han visto afectadas por hechos vandálicos que intentan exterminarlos en varios lugares del planeta.

Te exhortamos a que te unas en una campaña a favor de estos mamíferos tan importantes para nuestros ecosistemas.

Los miembros de AUGE Productora Audiovisual nos unimos a Cuba Subterránea, el sitio web de los espeleólogos cubanos en favor de fomentar el conocimiento y protección de los quirópteros.

Si quieres saber más sobre ellos o compartir tus conocimientos te invitamos a que visites el siguiente link: http://cubasubterranea.com/murcielagos-a-la-luz/

Queman colonias de murciélagos en Cuba


Yaira López

Recientemente se han recibido denuncias sobre actos vandálicos en refugios de MURCIÉLAGOS (cuevas y estructuras arquitectónicas) en dos provincias (Santiago de Cuba y Camagüey), donde personas inescrupulosas y sin sentido común han interpretado que todos los murciélagos son trasmisores del Covid-19 y han exterminado, quemando colonias enteras de estos animales.

POR FAVOR INFÓRMESE ANTES DE TOMAR UNA DECISIÓN TAN RADICAL

Ya se demostró CIENTÍFICAMENTE que los murciélagos NO son los transmisores del virus e incluso si así fuera, es una especie en específico NO TODOS LOS MURCIÉLAGOS DEL MUNDO y definitivamente no los cubanos.

Además, EXTINGUIRLOS NO ES LA SOLUCIÓN

Y TAMPOCO AL PANGOLIN

Mejor dejen de estar interactuando, jugando, comercializando o lo que sea con la fauna silvestre y no se seguirán contagiando de virus extraños que no pueden controlar.

DEJEN DE PENSAR QUE SOMOS INVENCIBLES

Un negocio transparente


Néster Núñez

Desde que lo vi con los sacos me dije: este anda en algún negocio turbio, y me dio por seguirlo.

Salió de las vías del tren, ese atajo secundario que lo alejaba de la vista de las autoridades, y entró en la ciudad. Una puerta se abrió. Desde la posición en que estaba no pude ver el rostro ni el cuerpo de la persona.

Podía haber sido una mujer joven. El posible delincuente y ella intercambiaron pomos de un litro y medio de refresco, de los que en Cuba llamamos “pepino”. Ambos recipientes estaban vacíos, según vi.

La escena se repitió en un montón de casas y con una increíble variedad de personas. Casas lujosas, pobres, de mampostería, de madera, gente de mediana edad, niños, ancianos, reguetoneros, romanticones… pomos vacíos entran, pomos vacíos salen.

No había intercambio de dinero. Ningún patrón evidente que me permitiera identificar la turbiedad del asunto. Solo vi que no mezclaba los pomos que recibía con los que traía consigo.

Al rato, el forajido caminó hasta la playa. Uno a uno abrió los pomos, los enjuagó y los dejó al sol a que se secaran. Luego les colocó las tapas, los guardó en sus sacos, y se marchó.

Entonces tuve que detenerlo. Yo no soy policía, andaba con la cámara encima y él ya me había visto. ¿Tú también quieres? Me preguntó. Dime dónde vives y pasado mañana te lo llevo a tu casa.

Hice lo que me pedía.

Ayer tocó a mi puerta.

Cuando abrí el pomo que me dejó, un olor completamente inesperado me dio una bofetada. Olor a monte limpio, a pinos, a tomeguines. Un olor verde, adictivo hasta morir, que duró un par de minutos.

Después me dejé caer en el sofá y me imaginé a aquel muchacho enjuagando los pomos en un manantial del campo.

Amé lo que hace. El suyo es el negocio más transparente del mundo. Estoy dispuesto a pagar lo que quiera.

Publicado en: https://www.facebook.com/nester.nunez.9/posts/908816759569433

Animalistas volverán a las calles


Isbel Díaz Torres

GUARDABOSQUES – La doctora Valia Rodríguez, una de las coordinadoras de Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA), asegura en el muro de su organización que en el venidero mes de abril volverán a marchar por los animales.

“El mes próximo, en #Abril cuando se acerque el día de marchar otra vez por los animales, #ContraElMaltratoAnimalenCuba, el #DiaDelPerro en #Cuba – y marcharemos- no quiero que vengan entonces a querer conversar. La conversación es ahora.”

La activista ha pedido a los ministerios de la Agricultura y Salud Pública tener una reunión con representantes del movimiento animalista para dar seguimiento a los puntos de la agenda que fueron fijados en noviembre pasado.

Animalistas antes de reunión con funcionarios del gobierno.

“Hasta ahora #SinRespuesta”, dice la doctora. “Han pasado 4 meses, es hora de sentarse para evaluar progresos y no progresos, y cómo seguir. Vamos a conciliar, colaborar y marchar juntos #Por1MejorSociedadParaTodos”.

Cientos de personas marcharon el 4 de abril de 2019 en la capital cubana para exigir el fin del maltrato animal y la aprobación de una Ley sobre el tema.

Fue la primera marcha no oficialista en décadas, autorizada a portar carteles, y transcurrió por la avenida 25, en el Vedado, hasta la tumba de Jeannette Ryder (1866-1931) en el Cementerio de Colón, una estadounidense radicada en Cuba y devenida símbolo del movimiento animalista en la isla.

Aún se desconoce si activistas por los derechos de los animales volverán a solicitar permiso para efectuar la marcha, dado que el vicepresidente del gobierno municipal que dio el autorizo, fue sido sustituido de su cargo unos días después, según dijeron a Diario de Cuba fuentes cercanas al funcionario.

También el joven Javier Larrea intentó unas semanas después organizar una marcha similar en la central ciudad de Santa Clara, pero no solo se le denegó el permiso en esa ocasión, sino que debió enfrentar un Consejo Disciplinario en su Universidad, por supuestamente “interrumpir el proceso docente”.

Javier Larrea y animalistas en Villa Clara

El movimiento animalista se ha mantenido activo durante años en Cuba, no solo planteando demandas al gobierno, sino promoviendo, de manera autónoma, la salud ambiental, el cuidado responsable, ayudando a animales callejeros y educando a la ciudadanía en una tenencia responsable de mascotas.

Protesta frente a Zoonosis. Foto: Beatriz Batista

Hasta el momento, el Estado cubano solo reconoce legalmente a la ONG ANIPLANT, mientras el resto de proyectos, asociaciones, o grupos, deben funcionar sin amparo institucional alguno.

https://www.facebook.com/groups/cubavsmaltrato/permalink/539493590027054/

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