Vecinos salvan la vida de animales en un Zoo

Pedro Manuel González Reinoso

GUARDABOSQUES – La comunidad que reside cerca del Zoológico de mi pueblo, en Caibarién, comparte poco de lo que tiene para comer con los animales hambrientos que el gobierno local ha condenado a morir como consecuencia de su cruel indiferencia.

Orelvis López, administrador en funciones, expresó en la CMHS en una reveladora entrevista, su preocupación por el futuro del antiguo parque, devenido escombros.

Abundó que a nadie parece interesar la sobrevivencia de sus protegidos, pues se ha desgañitado clamando por clemencia.

Conmovidos por los alaridos de las bestias, no obstante, acuden cada tarde con su cacharro de sobras y granos incombustibles los humanos sensibles, y el guardia –porque el parque está clausurado desde setiembre—, les deja entrar (violando una cerrera ley de “ordeno y mando” bajo cláusula de “seguridad” insegura), acto que debe redundar en despido si lo cogen “con las manos en los huesos” porque nada de masa.

Por ejemplo, los monos adoran los chícharos crudos (ni que fueran cruzados con palomas) y los caballitos que nunca aprendieron a pastar como es debido sino a comer del pesebre hierbas cortadas y hasta cereales, prefieren los panes indigeribles de la bodega y cuanta “golosina” les sea arrojada.

Los macacos salen a robar lo que encuentran, por un huraco de su jaula rota. Por ahí mismito entran a pernoctar con la panza repleta de latrocinios.

A una vecina estos bichos le comieron ¡los espejuelos plásticos creyéndolos “de pasta”! cuando les acercó a su nieta curiosa, pero en plan de darles algo que no fuera lo imprescindible para la vista. ¿Moraleja? Los ha desheredado.

Cuando el mal tiempo impide a los vecinos acercarse, pues entonces no es posible dormir bien en todo el vecindario, a causa de tan selváticos chillidos en la alta noche.

Sólo los 2 leones callan, porque ellos rugen exclusivamente cuando han comido. Pero bueno, no resultan ser de los peores nutridos, porque restos de decomisos del ganado mayor sacrificado por matarifes expertos en la periferia, acaban entre sus fauces. Y eso sucede con bastante frecuencia.

La hiena y otros felinos murieron antes que la cosa se agravara. ¡Agraciados que fueron!

Las aves picotean en el sancocho y los demás tragan sin chistar cuanto rastrojo agrícola los empleados del parque les agencien, suplicando porque les dejen barrer en las placitas del entorno cuando acaban sus cada vez más esporádicos días de venta.

La instalación no es dependencia de una asociación nacional sino que, junto con uno más pequeño que existe en Encrucijada, es parte de la descabezada Empresa de Comunales.

Desde que el ciclón Irma arrasó el pueblo en setiembre pasado, el zoológico también tributa a un trío de Zoos provinciales que con salvedad del cabeceraque sí es miembro honorables de la Asociación Nacional de Zoológicos, carecen de suministros para salvar a los pocos animales que quedan.

CENPALAC –entidad suministradora de piensos— cerró sus contratos fijos hace mucho por incumplimientos bilaterales y ganas de no trabajar, que es lo que impera en el país.

Han muerto ya varios ejemplares valiosos, como el avestruz que fue desplumado por alguien agazapado con ignotos fines, lo que empeoró su estado de salud con una fulminante neumonía a causa de la ubicua humedad. Desde entonces la pareja amenaza con seguirle. O retornar a Australia como sea.

También de dos pavos reales sobrevive uno, pero aterrado de perder su espléndido plumaje por el mismo ladrón del ave anterior, que debe andar muy cerca.

Dos tortugas, que comen cada 3 meses, también se han salvado de milagro porque moran solas en un islote en medio de un charco podrido velando alguna claria mercenaria.

Sus acuáticos congéneres los peces se quedaron sin agua respirable en las peceras que destilan un fragoroso verde limo, ideal para batracios, alimañas e insectos dañinos.

Los hermanos cocodrilos se han vuelto prófugos constantes y ha habido que apelar a bomberos y policías para retornarlos al redil. Se zampan a un perrito o un gatico de cuando en vez, que otras bestezuelas como ellos les arrojan impunemente a los fosos, haya o no niños mirando semejante atrocidad.

Espectáculos muy tristes que se repiten ¿hasta la derrota siempre? en una ex ciudad que también lo es.