El reciclaje en Cuba


Por Isbel Díaz Torres

basuraLos cubanos no reciclamos los desechos, del modo que se entiende a nivel global. Hay, sin embargo, una cultura del ahorro y del re-uso, que bien pudieran entenderse como ejercicios vinculados al reciclaje. Es común en las casas cubanas usar repetidas veces las bolsas plásticas, y solo se utilizan para la basura cuando ya están rotas. Lo mismo sucede con muchos otros objetos, usualmente plásticos, que mundialmente son “desechables”, para los cubanos son reusables. También los frascos de cristal viven durante años en las casas, teniendo múltiples usos.

Pero ello, por supuesto, responde a unas circunstancias de precariedad económica, y no a una conciencia ambiental. Del mismo modo, las políticas gubernamentales tienen una lógica productivista y mercantil, aunque en determinados documentos hablen del alcance ambiental del reciclaje.

El Lineamiento 235 dice: “Promover la intensificación del reciclaje y el aumento del valor agregado de los productos recuperados, priorizando actividades de mayor impacto económico con menos recursos y su recapitalización, según las posibilidades de la economía”.

Es por ello que en 2012 se diseñó una nueva política en esta área de la gestión de los residuos y su reciclaje. Esta política, ya en funcionamiento, debió ser revisada este año, cuando supuestamente se pondría en vigor una nueva Ley para el Reciclaje, pero hasta ahora nadie sabe de ella.

El programa busca concentrar la actividad empresarial estatal en las grandes fuentes generadoras de residuos para su procesamiento industrial, trabajando para atraer la participación del capital extranjero.

Eso significa que dejaría libre un amplio campo potencial para el reciclaje: las fuentes generadoras medianas y pequeñas, que hasta hora son ignoradas. La dispersión de estas fuentes, y la incapacidad del Estado de proveer un sistema eficiente de colecta, permitiría un espacio para el involucramiento de nuevos actores económicos, y también de posible trabajo de la ciudadanía responsable y sensibilizada con el reciclaje.

El Estado cubano paga a los recolectores particulares 8 pesos por cada Kg de chatarra de latas de aluminio, el cual se cotiza internacionalmente como promedio a 2,24 dólares. Como se ve, la ganancia para el Estado es considerable, y mínima para el recolector. No obstante, es tal la precariedad de la vida en la isla, que esos precios tan bajos han sido suficientes para poder observar un despegue en el número de recolectores.

Cuba podría estar generando diariamente unas 7817 toneladas de residuos sólidos urbanos; pero lo cierto es que el porcentaje de residuos reciclados es mínimo, respecto a los colectados, y mucho menor aún a los realmente producidos, que nunca llegan a parar al sistema de colecta.

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